
Entre altares populares, devociones callejeras y memorias que no aflojan, la figura de Diego Armando Maradona sigue creciendo a cinco años de su muerte. La Iglesia Maradoniana, los rituales que se multiplican y la voz de Fernando Signorini reconstruyen un fenómeno que mezcla fe, identidad y un legado que no encuentra reemplazo.



















