Por qué se arrugan los dedos en el agua: el sorprendente “modo antideslizante” del cuerpo humano

Durante años se creyó que las arrugas en los dedos eran producto de la absorción de agua. Pero la ciencia demostró que detrás de ese fenómeno hay un sofisticado reflejo biológico controlado por el sistema nervioso, que podría tener una ventaja evolutiva clave: mejorar el agarre en superficies mojadas.

Curiosidades12/10/2025Studio341NewsStudio341News
Dedos

Es una de esas pequeñas curiosidades que todos experimentamos y pocas veces nos detenemos a pensar. Basta pasar un rato largo en la pileta, en el mar o en la bañera para notar cómo las yemas de los dedos se arrugan, tomando un aspecto similar al de una pasa. Durante décadas, la explicación popular fue simple: la piel se “hincha” porque absorbe demasiada agua. Sin embargo, los científicos descubrieron que lo que ocurre es mucho más complejo —y fascinante— de lo que parece.

Según detalla el sitio especializado Enséñame de Ciencia, este fenómeno no es una reacción pasiva de la piel ante la humedad, sino una respuesta activa controlada por el sistema nervioso. Es decir, el cuerpo “decide” generar esas arrugas como parte de un mecanismo adaptativo.

El proceso comienza cuando las manos permanecen sumergidas durante varios minutos. En ese momento, los nervios envían una señal a los vasos sanguíneos de los dedos para que se contraigan. Esa contracción reduce el volumen de los tejidos y provoca que la piel se pliegue sobre sí misma, dando lugar a los característicos surcos.

Lejos de ser un detalle sin importancia, la ciencia sugiere que esta reacción tiene un propósito práctico. Las arrugas mejorarían el agarre de los dedos sobre objetos húmedos o resbaladizos, algo fundamental para nuestros antepasados que vivían en entornos naturales donde el contacto con el agua era frecuente.

En otras palabras, cuando los dedos se arrugan, el cuerpo activa un ingenioso “modo antideslizante” natural, una ventaja evolutiva que habría ayudado a manipular mejor herramientas o alimentos bajo el agua.

Así que, la próxima vez que note sus manos arrugadas después de un baño, recuerde: no es la piel “absorbiendo” el agua. Es su cuerpo desplegando, silenciosamente, un antiguo y eficaz mecanismo de adaptación.

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