Para el dueño de la estación donde mataron al playero, el lugar no fue azaroso: "Te asegurás que todo sea visible"

El titular de la estación de servicio donde trabajaba Bruno opinó que se desató una "guerra mediática y propagandística", donde comercios como el suyo se convirtieron en escenarios perfectos para enviar mensajes a la sociedad

Policiales11/03/2024Studio341NewsStudio341News
imagen_de_whatsapp_2024-03-10_a_las_01_47_04_dcf00f1e_1_jpg_1756841869.jpg_1756841869

Violencia sin tregua: El escalofriante relato de Alejandro Di Palma, propietario de la estación de servicio donde un joven trabajador fue abatido a tiros el pasado sábado, expone la cruda realidad que enfrentamos. Aún sacudido por el horror de lo ocurrido, Di Palma analiza con franqueza la situación que envuelve a su negocio y a toda la ciudad.

En medio de la consternación, el comerciante no vacila en señalar que el ataque no fue un acto al azar. Para él, estamos inmersos en una guerra, una batalla que se libra tanto en los titulares de los medios como en las calles. "Aquí hay una guerra desatada, en parte alimentada por estrategias mediáticas y propagandísticas. Por un lado, el gobierno provincial busca proyectar una imagen de mano dura, emulando a figuras como Bukele. Por el otro, el narcotráfico despliega su violencia sin límites", expresa con preocupación.

En este turbulento escenario, las estaciones de servicio se han convertido en blancos vulnerables. Di Palma lo sabe bien: "Dieron en un blanco totalmente visible. Con su iluminación y sus cámaras de seguridad, garantizan que todo lo que sucede sea visible para la sociedad", lamenta.

Pero lo que más duele es sentirse atrapado en medio del fuego cruzado. Di Palma critica con dureza la falta de protección para los trabajadores, quienes se convierten en "carne de cañón" en esta guerra contra el narcotráfico. "El gobierno provincial ha decidido emprender una cruzada contra las drogas, lo cual aplaudo, pero debe contar con un verdadero ejército. Hasta ahora, los únicos sacrificados son los trabajadores", denuncia con vehemencia.

En un llamado desesperado por seguridad, el propietario de la estación de servicio exige una mayor presencia policial en su establecimiento y otros similares. "Esperamos que nos protejan, que envíen agentes a las estaciones, que son los únicos negocios abiertos en la madrugada. No debería ser tan difícil asignar personal policial para brindar un mínimo de seguridad", reclama con indignación. En medio de la oscuridad de la noche, la esperanza de Di Palma se aferra a un rayo de luz que aún no llega.

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