Aprender a frustrarse jugando: cómo los videojuegos ayudan a los chicos a crecer

En la infancia, aprender a manejar la frustración es tan importante como aprender a leer o sumar. La psicología infantil sostiene que los momentos de enojo, tristeza o impotencia frente a un error forman parte del desarrollo emocional, y los videojuegos pueden convertirse en un terreno fértil para practicarlo.

Cinco videojuegos que ayudan a los chicos a manejar la frustración y crecer con cada desafío

Según los especialistas, los videojuegos no solo entretienen: también plantean obstáculos que obligan a los chicos a intentar, fallar y volver a intentar. Esa dinámica, que a veces genera bronca, les enseña que equivocarse es parte del proceso y que cada derrota es una oportunidad de mejora.

Algunos títulos destacados son Minecraft, Super Mario Odyssey, Celeste, Just Dance y Rocket League. Cada uno, desde su propuesta, enfrenta a los jugadores a situaciones que exigen paciencia, perseverancia y tolerancia a la frustración. En Minecraft, por ejemplo, los errores de construcción o la caída en un pozo invitan a probar soluciones nuevas. En Celeste, la dificultad de los niveles transmite la idea de que avanzar lleva tiempo y esfuerzo.

Para los expertos, lo valioso está en que los chicos aprendan a “fallar bien”: entender que equivocarse no es sinónimo de incapacidad, sino un paso natural en cualquier aprendizaje. Esa enseñanza, trasladada a la escuela o al deporte, les da herramientas para sostener la motivación incluso cuando las cosas no salen como esperan.

En definitiva, cuando los videojuegos se usan de manera saludable y acompañada, pueden ser aliados en la formación emocional de los chicos. Más allá del puntaje o la victoria, lo que queda grabado es la experiencia de haber superado la bronca inicial, intentarlo de nuevo y descubrir que la perseverancia también se aprende jugando.